Sevilla AUDIO-RELATO

No te esfuerces, no podrás verme. La flecha señala el manojo invisible que constituye mi esencia. Soy una mujer pobre, sin hogar ni trastero en el que amontonar sus pertenencias.

«La lluvia en Sevilla es una maravilla», pero esta mañana precipita en Madrid como si no hubiera un mañana.

Me refugio de la humedad en la estación de Sevilla y aquí se despiertan todas mis pesadillas sincronizadas.

Cuando era pequeña —no recuerdo cómo—me quedé embarazada. Mi  padre decidió lacrar el drama casándome con un hombre mayor. Un maltratador  infame. Reuní mis ahorros para huir de mi diminuta aldea sevillana a la gran ciudad en busca de mi madrina, la única persona que cuidó siempre de mí. No imaginaba lo difícil que resultaría encontrar a una persona en este terreno inhóspito.

La calle te agarra fuerte por los pies. Estoy aprendiendo a plantar mi propio árbol para no estar a la sombra de nadie. En la calle nadie te habla, nadie te mira… Así da gusto compartir el planeta.

Llevo muchos días sin lavarme. Estoy tan sucia que me siento tranquila. Si me viniera a buscar la muerte, me dejaría de lado por asco a tocarme.

Me duele al caminar. Tengo una china en el zapato de la vida.