PIENSA EN TU EPITAFIO   

 «Caía la espesa niebla como un manto sobre las lápidas de mármol.

Era una noche de diciembre y no conseguía diferenciar el humo de mi cigarro del vaho que exhalaba.

Cementerio de la Almudena. 00:10 de la noche.

Me acompaña el sonido hueco de mis pasos sobre el laberinto de este camposanto subterráneo que tiene más habitantes que la capital.

Antes de dormir se me agarró al pecho la melancolía. Inviernos atrás dejé en este lugar una conversación pendiente. Sin réplica posible. Un monólogo inanimado sobre las cuestiones esenciales de la vida. Había regresado muchas veces a pasear por estas silenciosas calles, pero no era capaz de enfrentarme al severo mutismo de mi abuelo.

Pero esa noche tenía la necesidad de charlar con él, de perturbar su calma eterna con mi oratoria. Esa noche inverosímil que cambió el curso de mis días…».