«En la estepa manchega los relojes se detuvieron una tarde en el estío. Todo se paró. El viento que soplaba en la era, los cipreses del cementerio de la cuesta. Suenan las campanas de la iglesia. Misa de ocho. Mujeres de negro se desplazan sigilosas hacia la plaza»
Misa de Ocho fue mi primera novela corta. La escribí en cuatro fines de semana de 2012 mientras trabajaba como profesora Geografía e Historia y no tenía exámenes que corregir. Surgió como una amalgama de recuerdos de infancia que almacenaba, fruto de mis vacaciones estivales en una aldea de La Mancha. Una novela emplazada en un punto de tierra seca que no sale en los mapas; donde el solano agita el realismo mágico con las tertulias de taberna. Personajes y escenarios insólitos se fusionan entre sus páginas escritas e ilustradas a mano. Esta novela cuenta la intrahistoria de una aldea sin presente sobre la que sobrevuela una guerra inminente.
¿Por qué una edición facsímil?
Mi suegro, Ramón Ortega Fernández, escribió a sus nietas cuentos personalizados escritos e ilustrados a mano. Cuando llegaron a mis manos imaginé Misa de Ocho como uno de esos cuentos únicos e irremplazables. Al leer esta novela corta, supo descifrar la historia universal e infinita de los pueblos de la España profunda y accedió encantado a convertirse en amanuense de esta novela. Tenía que sacarla tal cual para que conservara su esencia.
Foto de Ara Luján